Esta es
la historia, o pudiera ser, la de una familia normal acomodada a pesar de estos
tiempos que corren.
Resulta
que un buen día... Una sandia preciosa, enorme, con las carnes bien prietas se
vino a enamorar de un pepino franchute, casi ná pal caso.Sí señor, como dicen allí en su tierra de aceite, olivas, toro y azahar, si, aquí en Andalucía mismo...pa servir a Dios y a usted.
Si mi niño, nuestra Rosa de Castro y Cortés de la Micoca, que así se llamaba la susodicha, se enamoró como ya he dicho, de un de un refinado pepino francés llamado Monsieur Pepinò de la Fontange, de ascendencia noble éste, sus ancestros se remontaban a la época de Luis XIV.
Pues bien, se casaron y tuvieron un niño diminuto, muy pequeño, parecido a un chiste de los de aquí. "Vamos chiquillo, que ocupaba menos que un estornudo... ¡Jesús!".
Era pequeñito y regordete, como su madre, un poco pálido para mi gusto...había salido más a su padre el franchute.
Le educaron en las buenas costumbres, tanto española como francesa," de cuna le viene al galgo", pues era de lo más refinado el zagal.
¡Malo, malo, muy malo! Esto de ser así, aquí no pega pues le llaman "mariposón ", si como suena; se confunde la exquisitez y el refinamiento con el amaneramiento femenino... llámesele, como se le llame o venga en gana, que para esto el diccionario se queda corto.
Y efectivamente llegada la edad para entrar al cole, empezaron las ¡madres mías! Lo que a su madre tanto le divertía y hacía gracia...pues era su padre clavadito pero en pequeño claro está, parecido a un muñeco de cuerda...ella, casi se resquebraja de la risa.
Pues bien, en el cole era el hazmerreir de todos, le sacaban burla y hacían chistes con su nombre y demás, eran muy crueles con él.
Al
regresar a casa, éste se lo contó a su madre que le consolaba por lo ocurrido.
"Yo
iré a hablar con la señorita, a ver qué
pasa" Respondió muy enfadada.
Sin
pensárselo dos veces, se presentó en el colegio público llamado "De las
tres vías" por referencia a un antiguo tren que pasaba por allí.
Le
preguntó a la maestra... A lo que solo contestó moviendo la cabeza, y sonriendo
entre dientes... " Señora solo son niños ". "Sí". Respondió
la madre enfadada," pero usted no lo es, y su obligación es impartir
disciplina y buenos modales, cosa de lo que al parecer adolece en grado sumo".
Vaya con
Doña Rosa, le había salido la vena de su marido refinada, porque de haberle
salido la española, le tira de las greñas en aquel mismo instante.
Pero en
fin, son cosas que suceden a diario. Si no, pregunte a los profesores de sus
hijos...y verán el panorama que nos rodea.
"¡Ya
vendrán tiempos mejores!" Decimos con resignación bobalicona.
Cuando
vino el padre de revisar su hacienda de viñedos en la france, y le contó su
esposa lo sucedido...se enojó al estilo francés: "Mon Dieu, mon Dieu..!Merde!"Aïie!"
Exclamó airado.
Llamó a
su pequeño hijo, y después de hablar con él pausadamente sobre la vida, y las
inclinaciones sexuales de cada uno...a elegir siempre en libertad. Le dijo:
"Y ahora, para demostrar tu honor y hombría, vas a aprender esgrima, si,
es el deporte de los nobles caballeros, de mi casa y estirpe".
El niño
cogió la espada que pesaba más que él, y después de unas clases, pues era muy
avispado, llegó a dominar el arte hasta tal punto...que le cortaba la cebolla,
tomates y demás verduras a su madre en
un plis plas.
Un día
de esos que entumecen los sentidos, por el letargo que produce el intenso calor
en Andalucía... le increparon unos chicos, mofándose de él y de su amiga que le
acompañaba; de repente saltó sobre una silla dada su estatura y replicó: "
De mí, reíros lo que queráis, bastardos de las formas, pero nunca de esta dama
". A lo que desenfundó su estoque y les amedrantó con su destreza inaudita para su edad,
acoquinándoles en un rincón...éstos, lloraban por los pinchazos que le
propinaba con el estoque, mientras repetía: "Touché! touché!".
Pero
aprendieron la lección: Nadie es lo que parece... por sus obras les
conoceréis. Uno no es más hombre por ser más bestia, sino por todo lo
contrario...por aplacar la bestia que lleva dentro.
Al
llegar lo sucedido a oídos de sus padres, éstos, estuvieron muy orgullosos del
pequeño Benjamen de la Fontange y Castro de la Micoca.
En esta
vida Señores, pecamos mucho con poner motes y aventurarnos a emitir juicios
casi siempre erróneos por nuestra parte.
Desde
entonces nadie dudó de la hombría del pequeño Benjamen, a pesar de sus modales
refinados.
Por lo
que me atrevo a recomendar:
"Mira
siempre el corazón, y no la apariencia...así andarás en la verdad".