Detrás de las sombras del mundo y silente
espera, en un lugar muy escondido casi imperceptible, se hallaba una mujer
abrazada a sí misma con la esperanza del bien perdido.
No sé porqué casual y causal vereda de la vida
vine a dar con tan singular persona, pero lo cierto es que estaba allí... Era
como mi sombra, idéntica en forma y aspecto; esto me impactó sobremanera. Me
froté varias veces los ojos, para constatar que no se trataba de un sueño
extraño o fruto de la imaginación, no, era real, palpable, era...mi otro Yo,
que aguardaba mi regreso en la encrucijada de los tiempos y más allá de la
razón.
Todo tiene un instante, un lugar en la relación
espacio/tiempo. Y cómo no, el encontrarse a si mismo...también.
No me asusté ni espanté, ni corrí despavorida
ante tal acontecimiento de mi vida no, sencillamente le observé muy despacio
como si me mirara a un espejo...los detalles de su rostro, la mirada, los
gestos, pensamientos y sentimientos... fijaron su impronta en mí.
Y llegué al convencimiento más absoluto que era
yo, mi otro Yo, y mi circunstancia; como diría alguien años atrás.
"Mi
consciencia e inconsciencia, conscientes".
Me acerqué pausadamente,
aunque mi corazón andaba leguas por delante mío. Bueno, pensé, ya nos
encontraremos al final del camino...en la reflexión y el sentir.
No ocurrió nada especial ni fantástico, sólo
nos miramos...y supimos todo la una de la otra, ¿Qué tontería acabo de decir?
Éramos la misma persona, pero en distinto plano existencial que por azar, o no sé
qué fuerzas ocultas coincidimos un instante.
Algo del todo insólito, pero que puede ocurrir
según los entendidos, a quienes insto a profundizar en el tema.
Ni una sola palabra salió de nuestra boca, pero
nuestra mente y corazón se fundieron en singular abrazo, acogiendo lo uno de la
otra hasta convertirse en un solo sentir y ser.
Y fue entonces cuando todas las piezas de mi
vida encajaron perfectamente en el gran puzle de la comprensión, algo que hasta
entonces me había sido imposible.
Vi lo que "fui y seré", pero lo que "soy"
ahora en este instante, es realmente lo que me importa. El Ayer pasó como una
espora frágil y volátil que ya dio su fruto.
El Mañana...¡Oh! El mañana es siempre incierto,
terrible, pero irremediable. Yo, no le temo.
Pero el Hoy...¡Ay! El hoy es lo único a lo que
me aferro, ya que cuando te asomas al borde de tu propia tumba...¡amigo mío! La
perspectiva cambia y mucho.
He trazado una línea... de punto y aparte en mi
cotidiano existir, de modo que de ahora en adelante seguiré los sabios consejos
de mi otro Yo, aquél que verdaderamente vela por mí.
De manera que si me preguntas la edad, te diré
que empiezo a balbucear algunas incoherentes palabras como ¡Madre Tierra!
¡Padre Universo!
Lo demás...¡Ah! lo iré reviviendo a cada
pálpito de mi ser.
Porque el día en que nos volvamos a encontrar,
será para el abrazo sempiterno en la fusión de lo perecedero, con lo
imperecedero del alma.
Pero esto ocurrirá, en otro capítulo de mi
vida.
Ahora, aquí... dejo el pesado lastre de la
incomprensión y el desamor, que tan mal parada ha dejado mi espalda; para abrir
el corazón al suave murmullo de la vida, que en continuo renacer va más allá
del ser, como pude comprobar.
Rotas las cadenas de lo caduco y el miedo...
Volaré libre hacia mi destino que no es otro que el de AMAR.
Porque si mil vidas viviese...en ninguna dejaría
de ser YO.
Una tímida rosa de invierno.
Para todos aquellos a quienes el dolor les ha
cambiado la vida. 12/12/2012.
Saludos tímida rosa de invierno en tu vuelo libre hacia tu destino: AMAR. ¡Bellísimo!
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