Tengo dos amigas en el norte de peculiar notoriedad, no
penséis que ostentan grandes cargos no, la menor Brígida, es una burra parda de
buena planta y genes burgaleses.
La otra, Faustina, es una amiga de mucho peso, muy
estimada entre sus vecinos de Asturias y no por su envergadura que es mucha, sino por todo lo que ella es en
sí, y de ella mana.
Hechas las presentaciones, paso a relatar una de las
últimas conversaciones in situ, que me han trasladado aquí al Levante murciano
vía email, aunque nos vemos de vez en cuando por el Skype.
Resulta que el otro día después de haber nevado
copiosamente, se van por la mañana temprano camino del prado y le dice Brígida
a Faustina: " Anda sube más de prisa que te estás haciendo vieja".
Faustina:
"¿Vieja yo? De eso ni hablar...si somos de la misma
quinta más o menos; no señor es que lo de la menopausia lo llevo muy mal
últimamente, a veces durante la noche me da tal calor que temo arda un día de
estos la paja":
Brígida:"
No serán los kilos, que andas muy metida en carnes... y eso no es bueno para el
corazón".
Faustina:
"¿Qué sabrás tú del corazón, si estás más soltera
que la moza del pueblo? Anda, no seas burra y déjate de tonterías, empújame un
poco y todo arreglado".
Brígida:
"¿De dónde?"
Faustina:"
Pues del ponpis lista, ¿de dónde si no?"
Esta hizo obedientemente tal encomienda, ayudándole un
poquito en la subida del cerro a encontrar pastos mejores, ya que la vida está
muy achuchada últimamente.
Ya en la cima le dice Faustina a Brígida: "Qué
hermosura el contemplar el paisaje, parece una postal de Navidad".
A lo que responde Brígida con su consabida asnada: "
Sólo falta el Niño y el pesebre...y tenemos el Belén".
La otra sonrió ante la ocurrencia.
Lo cierto es que a veces, se nos escapa lo más importante
de la vida...saber degustarla como a un buen vino, a tragos cortos entre las
manos del destino, dándole un poco de calor de corazón. ¿No creen ustedes?
Permitida esta licencia de inmiscuirme en el relato, sigo
con nuestras buenas amigas.
De repente la conversación trivial, se convierte en disertación casi metafísica, preguntando la
burra Brígida a Faustina, su mejor amiga: "¿Tú no te sientes a veces
explotada, a ver cómo te tratan?"
"Sí" Les contestó ella, pero cada uno elige su
destino, y el mío es este, el servicio a los demás desinteresadamente".
Brígida:
"Te envidio, eres generosa hasta en el pensar...que ya es difícil, pues
¡hay tanta mezquindad por ahí suelta!"
"¿No te has preguntado nunca, para qué has venido al
mundo?"
Faustina:"
Eso lo sé desde el vientre materno, pues oigo las conversaciones de otros sobre
mí, y lo que seré de mayor...otra nodriza...¡Hasta!..
Brígida:"
Si, ya sé... hasta ahí"
Se entristeció sobremanera con este pensamiento, cayéndole
por su rostro afilado unas cataratas de lágrimas.
Faustina:
" No te pongas triste, ahora cuéntame tú, ¿te sientes satisfecha con tu
labor?"
Brígida:"
¡Pero qué dices! si mi vida es toda ella una burrada, sí, y hablo con
propiedad.
Desde que nazco y siendo niña, todos me adoran, los niños
me aporracean para subir a mí y se pegan entre ellos, yo a veces les separo con
cuidado, pues están muy mal educados en estos tiempos; todo se lo consienten,
les dejan conmigo...y ellos a divertirse ¿sabes?
Cuando me hago mayor...ya me empiezan a zarandear de aquí
para allá transportando cosas, y si me quejo...golpe al canto más saco de
improperios, que no te digo pues te sonrojarías.
A veces ando mal alimentada, y todo son desaires...¡
Serás burra!
No entienden que tengo corazón, y que a pesar de mi
aspecto no muy elegante soy un ser vivo como ellos." (llora desconsolada)
Faustina:"No
te apures que yo siempre estaré aquí para lo que necesites, ¡estos humanos! No
hay quien les entienda".
Brígida:"
¡Gracias amiga del alma! Ya rebuzno con más ánimo ¿y
tú?"
Faustina:"
Yo soy feliz, si tú eres feliz".
Brígida:
"Esto es una amiga y no de lo que presumen los humanos...¡Que les
den!"
Faustina:
" No seas mal educada con esos abruptos rebuzniles tuyos, pues solo son
eso...humanos, o mejor hombres".
Brígida:"
Mira por donde hoy me siento feliz de ser mas burra que nadie".
Faustina:
"¿Ves que poco cuesta..."
Y siguieron amena y profunda conversación paseando por
los prados de la vida, sembrando sus sabias enseñanzas a quienes les quieran
oír.
Cuídate Faustina con tu peso y sigue rumiando la vida.
Y tú Brígida, no rebuznes demasiado pues alguien se
podría ofender.
¡Un beso
para las dos y sed felices!
Para ti Vilma, con especial cariño.
Supongo sabrás quien era su mejor amiga, una que va
caminando y no ceja.