En una
tarde otoñal, repleta toda ella en un abanico de ocres y tibia luz, que parecía
más bien, un suave acariciar los sentidos ¡sí! esos, que a veces tenemos
abotagados.
Quedaron
tres amigos, a echar una partida como de costumbre todas las semanas,
alternando en casa de cada uno.
Esta
vez, le tocaba a Zoilo, un perro galgo español, de esbelto semblante y noble
mirar.
Era un
enamorado de la vida...un soñador.
Apenas
acababa de sentarse después de haber preparado un ligero refrigerio, cuando oye
unos golpes muy característicos a contra tempo, ya sabía quién era, su amigo
del alma, Genaro, el más ambicioso que te puedes echar a la mesa, perdón quiero
decir a la cara.
¡Pasa
Genaro! -le invita nuestro anfitrión Zoilo, tan amable como de costumbre-
-El
otro, Genaro, lo hace refunfuñando sin parar-
¿Qué te
ocurre hombre? Que apenas pasado el dintel estás mascando algo. - Le pregunta
Zoilo-
¡Nada! -
Le contesta con el morro arrugado por el enfado-
Estoy un poco cabreado, con tanta tontería con
estos nacionalismos que se llevan entre manos politicuchos de tres al cuarto.
Más les valiera aprender...y tener anchas de mira, no su propio ombligo.
¿ Y eso
te calienta la cabeza? - Le dice Zoilo -
No solo
la cabeza, sino toda la sangre se me amorcilla, pues soy un cerdo español de
los de toda la vida, cuyo mayor sueño era comer bellotas libre en el campo, y
engordar plácidamente, para que luego "post mortem" dijeran:
¡Mira,
este sí que es de bellota pura! Al menos
ya que no en vida, ser alguien después de la muerte, no es mucho pedir, creo
yo.
Tú
siempre tan pragmático, te veo muy ofuscado y derrotista. ¿Has almorzado bien
esta mañana, dándote un buen paseo para apretar esas carnes? ¿O te has estado
revolcando por el fango, como acostumbras? ¡Mira que eres marrano! Te tengo
dicho que te acicales y no lleves esa cochina vida. - Le increpó Zoilo-
De
acuerdo, - contestó gruñendo sotto voce-
Al
momento, se escucharon unos suaves y delicados golpes en la puerta, era
Valentina, la gallina que mejor cacareaba de los alrededores, muy lista, había
estudiado filosofía en el gallinero del pueblo de al lado, tenía un corral muy
amplio con un viejo profesor, Aquilino, que le enseñó a pensar en las cosas de
la vida.
¡Pasa
Valentina! - dijeron al unísono-
Te
estamos esperando, ¿qué tal vas? ¿Animada para empezar la partida de brisca?
Bueno
"con si, con sa"- replicó con un golpe de cresta-
O sea
regular- le dijeron-
Vengo
pensando todo el camino ¡qué mal llevamos esto de ser féminas!
¡Explícate!
- le instaron-
Pues
está muy claro, yo soy la gallina Valentina, femenino singular, género en
cuanto a lo lingüístico se refiere, pero es el otro género el existencial, el
que me preocupa...¡pues veo a tantas compañeras mías sufrir!
Han de
vivir en angostos lugares, las vuelven locas, no saben si es de día o de noche,
dándole comida basura a todas horas.
De
repente empezó a sollozar, sus amigos se hacían los fuertes, pero unas
indiscretas lágrimas corrían por su rostro.
¡Está
bien, Valentina, cálmate, cálmate! Que te estás arrugando esas plumas tan
bonitas que tienes. -le dijeron abrazándole-
¡Gracias
amigos! - Contestó un poco más aliviada la pobre Valentina-
Vale,
repartir ya las cartas. - Dijo Zoilo, un tanto ausente, ellos lo captaron al
momento preguntándole:
¿Qué te
preocupa amigo? estás un poco como ido, y pareces más demacrado, anda
dinos...¿qué te ocurre?
Bueno,
no tiene tanta importancia - contestó bastante triste y preocupado,
balanceándose sobre sí mismo-
Veréis,
resulta que esta mañana, he presenciado como los hijos de mi ama, le
contestaban de mala manera, porque les ha prohibido jugar con la videoconsola,
mientras no acaben sus deberes.
Muy
justificado el castigo pensé yo; jamás me hubiese atrevido a contestar así a
mis padres. Eran otros tiempos, -
argumentaron -
Sí,
puede que sí, pero el respeto y la educación no caducan. - contestó convencido-
¡Pobre
madre! -asintieron con la cabeza-
No,
mejor di: ¡Pobres hijos!
En fin,
prosigamos nuestra partida.
¿Cuál es
el palo? -pregunta Zoilo, ya un poco más atento-
La sota
de espadas- contesta Valentina-
Vaya,
tengo aquí la soga del ahorcado, está visto que no me escapo ni en la partida,
-dice Genaro-
¿Dónde
voy yo, que no se hablar ni vasco ni catalán? Seguiré siendo toda mi asquerosa
vida, un cerdo de segunda. ¡Cuando no de tercera! -le dicen con ironía-
¡Sí,
reír, reír! Cuidado que tú eres un galgo español, - le dice dirigiéndose a
Zoilo- y por lo tanto facha.
Y tú,
Valentina, mucho ojo no te desplumen los del ERE, a pesar del piquito que
tienes. - Quedando ésta sobrecogida, desapareciendo de repente la risa de sus
rostros-
¡Zoilo,
que te encarto y cojo la siguiente! - Le dice furioso Genaro-
¡Espabilad,
que os gano!
¿De qué
va la muestra?- pregunta un tanto confundida-
Pero
Valentina, aún estás así, de espadas mujer.
¡Mal
asunto! - contestó- No me gusta la violencia, pero por esta vez y que no sirva
de precedente... ¡Os gané con el As! -dice exhalando un breve cacareo-
Moriré
preguntándome: ¿Porqué mujer? ¿Qué fue antes, el huevo o yo?
Zoilo,
el soñador, le abrazó diciendo: ¿Qué importa? Mientras seas respetada, y
respetes a los demás... Ahí está es quis. El respeto.
Y tú
Genaro, ¿qué dices? ¡Hemos perdido la partida!
¡Qué va!
-le replica-
La mía
empieza ahora, pues siempre lucharé por defender mi identidad, sin
exclusivismos trasnochados que no conducen más que al aborregamiento
intelectual.
Bueno
amigos, qué queréis que os diga:
¡Dichoso
yo, que soy soltero y sin compromiso! - Con una fuerte carcajada se
despidieron:
¡Hasta
la próxima partida!