Cuando
por el largo peregrinar
de
mi existencia, me paro
al
borde del camino...
Sentada
sobre la roca del recuerdo,
repaso
una a una las hojas de mi vida
y
cuan niña confiada, detengo mi mirar
en
el hoy, con la convicción del ayer...
Y
la esperanza del mañana.
Solo
quiero una cosa, ¿Quizá demasiado?
Déjame
por un instante
reposar
en tu regazo,
que
mi corazón acompase su latir
y
mi alma se abandone...
En
el remanso de tu ser.
Déjame
llegar, donde las mudas palabras
con
el eco del abismo,
confunden
los más primigenios deseos.
¡No
seas mi orilla, se mi cauce!
¡No
seas mi sombra, entra en mi!
Se
mi solaz y consuelo...
Mi holganza sin temor.
Poco
puedo darte, pues soy mendigo
de
mi mismo, a veces me ahogo...
¡Me
siento morir!
Pero
pongo en el más puro altar
del
sentimiento...
Lo
que soy, lo que tengo.
Y
solo me queda... El Amar.
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