Ando por los pasillos de
mi alma
descalzando el ayer,
aguardando un
consuelo...
Perdido en la nostalgia.
¡Eterna soledad!
Con tus brazos
virginales,
abrazas la incuria
desnudez
de un corazón herido,
lacerado.
Vidriosa fragilidad de
inquebrantable sentir.
¡Y es que vivo y muero
en ti!
Mucho he luchado, mucho
he amado...
Dejo tras de mí,
olvidadas huellas
bañadas por lágrimas,
que hielan las entrañas
con la amargura de lo
inmisericorde.
Atenazas mi vida como
una sombra,
de la que no hallo el
porqué.
Si no te hice mal
alguno...
¿Qué ganas con arrancar
de cuajo,
lo que me es más
preciado que la vida?
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