Me vacié de mi...
Para llenarme en
ti de ese momento fugaz,
que atraviesa un sueño.
Abrí la ventana de tus ojos
donde divisé el árido horizonte
del pensar,
sumido en la tristeza de no hallarse.
Que sesga la frágil violeta de la
esperanza.
De aterciopelado tacto,
y sombra amorosa con humilde
aroma.
Da Capo, en compás binario,
marcando el ritmo eterno de la
vida.
escuchar una palabra de tus
labios,
lacrados con el sello inerte del
recelo.
Las hojas de la desesperanza en suave
balanceo,
batidas por el cierzo de la
indiferencia
tras una leve primavera de
alábega triste.
Se olvidaron las risas,
coqueteando por el monte del
sentir,
que huele a romero y espliego,
a tomillo altanero y avispado.
Pero guardo las lágrimas empapadas
en el pañuelo de un corazón generoso,
encerrado en el cofre del recuerdo
de quien mucho amó, y nada encontró.
Aún así, seguiré esperando mi momento,
con los pies mojados en la escarcha de la vida.
Para quienes saben robar a la
vida,
un pellizco de felicidad.
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