Tú, que cortas un dios a medida
con la tijera de la libertad.
No me prediques verdades de Perogrullo,
escritas en las hojas del tiempo.
¡Embaucadores de conciencias!
¡Mercaderes del sentir!
¡Verdugos del pensar!
Enhebráis la aguja del pecado,
dando puntadas contra natura.
No me ajustes el corsé del miedo,
que atenaza el vivir...
Mientras colocas puntillas de apariencia,
sobre la desnudez de tus miserias.
Ni ciñas los lomos, con la púrpura del poder
sobre tu prójimo.
¡Sepulcros blanqueados!
¡Raza de víboras!
Que creáis dioses a la medida del hombre.
Yo amo a un Dios sin medida.
Increado, cuyo nombre no se pronunció jamás.
Y cuya palabra, resuena en los confines del orbe,
por toda la eternidad.
Esta es mi verdad, que no la vuestra,
por la que doy mi vida.
Donde tiempo y espacio se funden...
Con la esencia del Amor.
Para aquéllos trileros de convicciones,
que juegan con el corazón del hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario