Sras. Sres. Permítanme les cuente la historia de una bien
llamada "Extraña Pareja", pues en verdad lo son.
Resulta que un buen día estaba yo como de costumbre,
arreglando unas plantas de mi jardín un poquito descuidadas, por estas prisas de
vida que últimamente llevamos todos, pero en fin...
Cuando observo con detenimiento a mi buen amigo y vecino
D. Carnal, un gran chicarrón del norte de aspecto envidiable, pero eso si un
poco entrado en kilos ¡ya que le gusta la buena vida! ¿Y a quien no?
Medirá unos dos metros, su aspecto aunque rudo y fornido
alberga unos ojos claros (espejo del alma) que penetran tu hacer, y no te dejan
impasible.
Los domingos con los amigotes se lo pasa bomba.
Del tute, a los bolos, el dominó, las cartas...etc.Deportes todos ellos de gran riesgo.
Después vienen las cervezas, los aperitivos y como no las
ricas viandas, que es lo que verdaderamente le hace feliz; entonces goza está
en su salsa...con un gusto desmedido, diríase que vive sólo y exclusivamente
para esto.(Hedonismo)
Bueno, sin comentarios cada uno es feliz a su manera.
Al lado de D. Carnal, puerta por medio vive Dña.
Cuaresma, muy recatada y sumisa, cuya esbeltez hace que sea casi desapercibida
su presencia. (Para verle mejor que pase dos veces).
Es una persona taciturna, cariacontecida, de pocos amigos
y contadas palabras, su vida austera es de todos bien conocida.
Eso sí, educada y de porte elegante donde los haya.
Yo por mi parte venía observando que cada vez había menos
flores en mi jardín, y pensé ingenua de mi..._"serán los pájaros que dan
con ellas".
_¡Si, si, un pájaro sí que era!
Resulta, que me quedé agazapada entre los matorrales de
mi jardín una tarde entera con ojo avizor...y sí, resultó fructífera la espera,
pues ya al correr el manto cansado de la tarde entre dos luces, cuyos
claroscuros predominan en bostezo de la noche...
Divisé una sombra enorme casi como un gigante venir hacia
mí, o mejor dicho donde mi jardín.(Mil perdones).
Y acaeció que en un claro inesperado vi relucir unos
preciosos ojos azules,¡ pellizco de cielo! en busca de una rosa blanca, después
de pincharse sin querer dada la escasez de luz...
Por fin cogió una hermosa y pulcra rosa blanca.
_¿Para que la querrá? Me pregunté asombrada, y pronto
salí de mi zozobra al verle depositar sobre el portal de Dña. Cuaresma,
blandiendo un tierno beso por el camino.
Le reconocí por el andar garboso y firme, al igual que
esa noble mirada adusta y serena.
_¡Vaya !M e dije, se nos ha enamorado D. Carnal y mira a
donde fue a posar sus ojos...en Dña. Cuaresma ¿No había alguien más dispar? Me
pregunto.
Pero ahora viene lo mejor:
Dña. Cuaresma si, la misma tan recatada y casta que no
mira por no pecar...resulta que si miraba por la rendija de la ventana como
éste Sr. dejaba la rosa todas las noches en su portal, para después cogerle
entre sus manos y devolver el mismo beso que le venía encomendado a buen
presente...
No sólo la fragancia de su aroma, sino el perfume
inconfundible del AMOR.
Ese, que jamás debe pasar desapercibido por muy extraño
que parezca su proceder.
¡Bueno! Esto se anima.
Así se sucedió durante semanas, hasta que llegado un
día... Esta, Dña. Cuaresma le esperó despierta al pié de su balcón, y muy
recatadamente le chistó: _"Chis, chis, chis".
D. Carnal distraído y torpe, miraba hacia otra parte,_
¡Estos hombres! no dan una.
Ante su insistencia abrió un poco más la ventana y pudo
ver la silueta de Dña. Cuaresma, tan recatada y mística como siempre; Con voz
que más bien pareciese de ultratumba, le dijo: _¡Oh, D. Carnal, me siento
anonadada ante tal deferencia por su parte, pero ahora no puedo compensar el
detalle.
_"Venga después de cuarenta días y hablaremos".
D. Carnal enmudeció paralizándose la sangre que no le
llegaba al cerebro, pues le quedaba muy lejos, asintiendo con la cabeza.
Él, por su parte siguió fielmente llevando todas las
noches una rosa a su amada.
Y digo yo: _ " Seguro que son felices a pesar de su
antagonismo, pues lo que a uno le sobra el otro adolece, y así se compensa con
precisión absoluta la balanza de la vida".
"Y si Sr. fueron felices y comieron...
Lo que quisieron, claro está".Yo me quedé sin rosas, pero mereció la pena.
Todo en esta vida se reduce a lo mismo,¡ EL AMOR!
Quien halle el equilibrio...halla la felicidad.
Dichoso quien encuentre a su Dña. Cuaresma y a su D.
Carnal, siempre unidos en la armonía del ser y del querer.
Para aquellos en quienes prevalece el sentido común, algo
que hoy en día escasea y mucho.
10/2/2013. Murcia,
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