Traductor

viernes, 6 de mayo de 2011

REINA FENICIA

Tal era su dolor…
Que el mirarle, encogía el alma.
Apenas una tímida lágrima
salpicaba su rostro, torturado por la angustia.

¡Enmudecen las palabras!

Cuando el sufrimiento llega,
su látigo destroza hasta el mínimo
resquicio de consuelo.
Con alma abatida y corazón desecho.

Así contemplé a una mujer
que en su peor momento…
Deslumbraba entereza y saber estar.
¡Reina Fenicia! Que vienes a la orilla de la muerte.

Posa tus pies en la noble Cartago nova.
Tierra de sueños y de vida…
Monta el brioso corcel del destino,
Hasta Murciensis llegar, con el bocado de la tristeza.

Y en un justo mercadeo cristiano o judío…
¿Qué más da? Haz el trueque del dolor
por el de esperanza no marchita,
cubriendo el desánimo con el morisco velo.

Que deja ver unos ojos,
como el manto que abraza fiero sufrir.
Y heme aquí que yo vi…
A esta murciana, a esta mujer.

Frágil como un suspiro.
¡Fuerte como un Titán!
Por tus venas corre la sangre que te ennoblece,
y que por ti merece ser mujer, sólo mujer.


Recibe mi más sentido pésame.



No hay comentarios:

Publicar un comentario